La corrupción es un complejo fenómeno social, político y económico,
que afecta a todos los países. Por ejemplo, socava las instituciones
democráticas al distorsionar los procesos electorales, pervirtir el
imperio de la ley y crear atolladeros burocráticos, cuya única razón de
ser es la de solicitar sobornos. También atrofia los cimientos del
desarrollo económico, ya que desalienta la inversión extranjera directa
mientras a las pequeñas empresas nacionales les resulta a menudo
imposible superar los «gastos iniciales» requeridos por la corrupción.
El 31 de octubre de 2003, la Asamblea General aprobó la
Convención de las Naciones Unidas contra la corrupción, que entró en
vigor en diciembre de 2005, y pidió al Secretario General que designara a
la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) como la secretaría para la Conferencia de los Estados Partes de la Convención 58/4.
Para crear conciencia contra esta lacra y difundir el valioso papel
de la Convención a la hora de luchar contra ella y prevenirla, la
Asamblea también designó el 9 de diciembre como Día Internacional contra
la Corrupción.
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